
FIJAR LO FUGITIVO. Editorial Trotta, Madrid 2003.
Lo fugitivo queda atrapado aquí con letra impresa: son recuerdos de personas que el autor ha conocido —Azorín, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, José María Valverde, Ramón de Zubiaurre, Ernesto Sábato, Federico Sopeña, Julián Ayesta, Elena Quiroga, Manuel Mindán, José Antonio Muñoz Rojas…—; episodios, algunos desconocidos, que el autor reconstruye —una visita a Toledo de Alejo Carpentier, un viaje a Nápoles de César González Ruano, los años de estudiante de Luis Martín-Santos, los paseos de Rilke por Ronda, la reclusión de Lezama Lima, la esforzada vocación literaria de Felisberto Hernández, las dificultades de Saint-Exupéry para acabar su obra maestra…—, y unas cuantas cosas que al autor
le interesan especialmente —los diarios, los tangos, los idiomas que mueren, las cartas, las tertulias, los jardines,
la música de piano.